Todavía estoy asimilando aquel fin de semana. Reencontrarnos con algunos de los amigos del Club Desplome Onda que hacía tiempo que no veíamos y otros que tuvimos la suerte de conocer y compartir las 24h del día durante estas dos jornadas, ha hecho sentirnos aún más si cabe arraigados a este bello deporte, que al menos para mí es mucho más que eso, es un modo de vida, en el que encuentro el equilibrio necesario para lograr en cierta medida acercarme a la utopía que toda persona tiene como meta….La felicidad. Puede que todo suene a cursi, pero sinceramente es lo que siento y deseo que siga así.
Esta corta travesía la preparé el pasado mes de febrero con intención de compartirla de nuevo pero en esta ocasión con los amigos del Desplome, ya que estaba incluida en el calendario de actividades del club.
El primer día se desarrolló sin incidencias, a buen ritmo y disfrutando de un espléndido día, quizás con más calor de lo deseado.
14 amigos que compartimos la misma afición y filosofía, la de disfrutar de las bondades que proporciona el senderismo en buena compañía.
Una vez en el refugio de Mont Caro, coincidimos con un nutrido grupo de senderistas de Barcelona, conversando con algunos de ellos. La guía del grupo, Eva y su pareja nos encantó, son personas abiertas y divertidas, con las que conectamos rápidamente, esperando volver a vernos en alguna marcha conjunta.
La cena acaparaba la totalidad del comedor del refugio, éramos un buen grupo y el buen humor no faltó, incluso hubo aplauso multitudinario a los guardas del refugio por su magnífica cena y por acogernos tan bien. El cachondeo no duró mucho tiempo, teníamos que acostarnos más temprano de lo deseado si no queríamos ir a cuatro patas al día siguiente.
La segunda etapa la comenzamos con los polares «enchufaos», salió un día más fresco y con aire, nada que ver con el día anterior.
El cambio de ritmo y los parajes por donde transcurríamos nos obligaba a poner y quitarnos prendas…esto parecía el juego del Strip Poker. Alguno respiró tranquilamente al comprobar que los toros que suelen estar en la zona de les Foies estaban lejos de allí….prefieren este bravo animal con un buen condimento y regado con un buen caldo…como tontos, yo también lo prefiero así.
Recuperamos fuerzas en el encantador rincón donde se esconde el refugio libre de les Clotes y pasando entre túneles de boj, salimos a lo más alto, a lo desprotegido, nos disponíamos a rebasar el coll de Eriçon y seguir por les Reses del Maraco. El aire en esta zona alta era bestial, intenté rebasar el cuello que nos daría unas magníficas vistas sobre el delta del Ebro….que digo….si por poco hecho a volar, mis pies casi se despegaron del suelo, solo me faltaba el traje con capucha verde para parecerme a Peter Pan. Me tiré para atrás y con rodillas al suelo, decidimos tomar una alternativa por esta ladera, que aunque no teníamos muy claro si podríamos enlazar con la senda oficial un poco más adelante, era nuestra única baza si no queríamos aparecer todos nadando con los patos en el delta.
Finalmente superamos la furia del Dios Eolo pero no sin algún que otro cambio de color de nuestras prendas más íntimas.
Quisimos quitarnos cuanto antes del medio, de la influencia del Dios «pesao», tomando un atajo hacia el barranco del Carrer Ample, que aunque también estaba bien ventilado, no era para echar a volar. Aquí comenzaba el espectáculo visual, un caótico museo de ripios sin ordenar, un laaaargo pasillo de camino pedregoso en el que junto a pequeñas pozas de agua, dimos cuenta de las últimas provisiones que nos quedaba…bueno, algun@ tenía víveres para perderse al menos una semana. Ni que decir tiene que los más calurosos fueron los que pusieron sus «lorzas» a remojar, pero eso no quedó ahí, al terminar la ruta, también nos dieron envidia con sus chapoteos….al menos a mí, que confieso, no llevaba nada con que tapar mis…….

Aquí teneis la descripción de la travesía al completo.

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